Para poder definir la gama de colores que tiene la miel, destacamos que puede ir desde la incolora, tintes amarillos, verdes, rojizos, marrones al casi negro.
Cualquiera que sea el color de la miel en estado líquido, cambia cuando ésta se cristaliza. Las mieles incoloras y de todos muy claros pasan a un color blanquecino. Las mieles con colores más oscuros tienden a aclararse, adquiriendo tonalidades más marrones y pardas.
El proceso de cristalización es un proceso natural que sufre la miel, cuando nos encontremos con esa situación solo basta calentarla suavemente (recomendado al baño maría) sin superar los 35º para que vuelva a su estado original.
Aunque la variedad de colores en las mieles es amplia, a nivel nutricional no supone mucha diferencia de un color a otro salvo los colores muy oscuros que son más ricas en sales minerales.
Las mieles oscuras tienden a ser de un sabor áspero y amargo, por el contrario las mieles claras tienden a ser más suaves y aromáticas.
Nuestras mieles proceden de flores, montes y bosques de la provincia de Granada; frecuentemente de diferentes especies de flores que las abejas liban, mezclando posteriormente su néctar en la colmena. Extraemos la miel de cada colmenar de forma independiente, de esta manera conservamos sus colores y matices originales.
Si queremos apreciar los singulares colores que tiene la miel y su versatilidad en gustos y aromas, debemos saber que sólo será en las mieles naturales donde los encontraremos.